Sebastián Palma estaba haciendo una buena carrera, décimo hasta el séptimo WP cuando en el desierto ve a su compañero de equipo Ignacio Casale y decide remolcarlo hasta Uyuni.
"En el Dakar nadie remolca a nadie, salvo situaciones muy puntuales. Menos tantos kilómetros por el riesgo de quedar fuera. Con Ignacio nunca tuvimos planeado algo así, pero quise ayudarlo. Lo vi parado, muy mal y partimos", que terminó por este motivo en el puesto 22°.
Consultado por sus aspiraciones en el Dakar él dijo; "mis pretensiones antes del Dakar era estar en el podio. Pero los tres primeros días fueron horribles, no me sentía cómodo arriba del quad y no lograba tomarle el pulso".
Su buena participación lo alienta a conseguir una mejor posición en la general.