Suele suceder que llega un auto, muy diferente a lo que has visto antes, con estilo y garbo que captura tu atención y, de repente, conquista tu corazón. Así pasó en 1970, con el chico de moda, el Toyota Celica.
Su nombre, que en español significa, “celestial”, ya advertía, desde su lanzamiento, que estaría destinado a ser una estrella. Nadie se imaginaba, que brillaría durante muchos años y se transformaría durante 7 generaciones.
Este elegante vehículo, coupé, llegó a la escena en 1970 y fue conocido como el “coche de la especialidad”, ya que fue diseñado para proporcionarles a los conductores una mayor sensación de libertad, combinando un interior espacioso con un aspecto deportivo.
Poseía una extensa lista de opciones personalizables, como parte de su sistema Full-elección, en la que los clientes podían escoger entre una gama de motores de entre 1,4 litros, y 1,6 litros, dos manuales y una sola caja de cambios automática de tres velocidades.
Esta combinación de motores fuertes y su finura, fueron su receta de éxito en el mundo automovilístico. Y sería usado por el piloto de rally, Ove Andersson, quien estableció el Toyota Team Europe en Colonia, durante 1973.
