Con esta creación una persona no vidente puede valerse por sus propios medios para cruzar una autopista, sin depender de la ayuda de los transeúntes.
En el año 1983 se inventó el semáforo para ciegos, el creador de este novedoso producto fue el argentino Mario Dávila.
Se trata de un panel electrónico frontal que se adhiere al poste del semáforo y produce un sonido a distinta velocidad: en forma rápida para indicar la vía libre para el cruce y pausada para el momento de detenerse.
A pesar de ser un gran aporte, presentaba muchas limitaciones como el costo, no le daba referencia, a la persona ciega, de la dirección en que debía cruzar la calle ni la ubicación de la vereda de enfrente. A esto se le sumaba la polución sonora que generaba.